Autobuses urbanos suicidas (ficción)
Qué vida más perra diría uno, cuando ve pasar una perra en la parada del autobús urbano, una gran marquesina con su banco para sentarse y me venía bien cubrirme de la lluvia, lo malo es que había mucha gente esperando y el atasco en la ciudad fue descomunal. En uno de los laterales de la marquesina había una gran publicidad, un anuncio de perfume de marca francesa, una mujer despampanante, una modelo de mujer, me fijé en la publicidad, en la gran pancarta publicitaria, en esa gran foto, por que me daba la impresión de que la mujer del perfume, la modelo sexual, la mujer de los sueños de muchos hombres, iba a saltar en un momento dado, salir de ese estatismo fotográfico (que daba la impresión que estaba en movimiento, que el ojo guiñaba, y que según donde te sitúes para mirar la imagen publicitaria, a la gran modelo publicitaria, a la mujer de los sueños de muchos hombres, te sitúes donde te sitúes siempre te esta viendo, los enormes ojos fijándote siempre, con esa gran melena morena, en fin, el fotógrafo ha fotografiado un gran reclamo publicitario. Se parecía a esa publicidad de una mujer que conducía un coche deportivo buscando desesperadamente, ansiosamente, a un hombre que usa tal perfume). Ese día esperaba un buen rato, me acompañaba esa mujer publicitaria y no me centraba en las personas que esperaban al autobús, igual que yo, esperábamos un montón de tiempo, algo así como una hora que se me hacía una eternidad, y la gente que esperaba el autobús estaba muy callada, por lo visto a mal tiempo mala cara, siempre pasa lo mismo, cuando hace un mal tiempo, lluvia, mucha lluvia, la ciudad se convierte en un caos de tráfico. Ese día había salido de una conferencia en la Facultad, ese día hubo conferencia sobre cuestiones del cientificismo (fui estudiante de la Facultad de Psicología), había tres o cuatro conferenciantes que divergían en sus puntos de vistas, uno dice que la psicología para nada es científica, otro que sí, hombre, que es Ciencia Natural, otro tenía mucha obsesión con lo del perro de Pavlov, un cuarto no recuerdo, el cuarto era un psicoanalista pero como hablaba en jerga psicoanalítica... me perdí tomando apuntes, en fin, tampoco estaba muy centrado en la conferencia, a esa hora tenía clase de Psicología de la Percepción, pero como hubo conferencia pues me libré de la clase de Psicología de la Percepción, realmente no me gustaba el profesor de Psicología de la Percepción, un profesor muy obsesionado con el tema de los psicofármacos pero a parte me resultaba antipático. La conferencia se hizo en el Aula Magna de la facultad, y había un montón de alumnos, en fin, ese día me senté en la parte final del Aula, y eso por que llegué con cierto retraso, por que previamente me puse a charlar con una compañera de clase sobre el reciente atentado terrorista en Nueva York (vi en televisión como aviones chocan contra las torres gemelas), y mi compañera de clase me comentó detalles, informaciones sobre aquel cruel atentado, no me perdí detalles, y que comentaba que muchos ciudadanos neoyorquinos pasan verdaderamente psicosis o paranoia o algo así, en una palabra, miedo. Y luego me comentó que en la ciudad de G. se topó con determinadas personas con rasgos árabes que comentaban algo así como hacer volar por los aires algo en la ciudad. En fin, mi compañera de clase tenía miedo, parece que el miedo está por todas partes. Ella me comentó que como sospechaba algo de lo que escuchó llamó a la policía a través del teléfono móvil, comentó a la policía lo que escuchó y la policía le dijo que es algo habitual, todo el mundo sospecha algo o ha escuchado algo sospechoso. En fin, cuando estuve en la conferencia con cierto retraso vi a los conferenciantes en su momento de máxima tensión dialéctica, pero no me coscaba nada de nada, pensando en lo que me dijo la compañera de clase, y además me encontré un periódico de tirada nacional tirado en el suelo y en vez de escuchar lo que decían los conferenciantes me puse a ojear el periódico, noticias sobre ataques terroristas, conflicto Israel-Palestina, Bin Laden advierte inmediato ataque terrorista contra EE.UU. o países aliados, algo así, en fin. Salí media hora antes de que se acabara la conferencia sobre el cientificismo (El cientificismo en la psicología, creo que era el título) y me fui a la parada de autobús habitual.
Por fin llegó el autobús, con una hora y quince minutos de retraso, normalmente los autobuses pasan cada quince minutos, al menos el del letrero línea 5, y como supuse estaba a tope de gente dentro del autobús, entramos con dificultad, parecíamos dentro sardinas en lata, el autobús tragaba y vomitaba personas, conforme iba avanzando el trayecto el interior del autobús se iba vaciando, mi angustia remitía algo, estaba súper angustiado metido dentro del autobús con tantos viajeros, mas adelante cada parada de autobús expulsaba personas y tragaba menos, y a varios kilómetros por fin pude sentarme en un asiento libre.
En un asiento libre, a mi derecha había un libro de pocas páginas, me fijé que era uno de los libros que se distribuyen gratuitamente en los autobuses urbanos, una campaña municipal para que los viajeros lean en los autobuses, no recuerdo el autor del libro, parecía un cuento muy largo, y un autor contemporáneo, leí las primeras páginas, pero en realidad estaba pensando en el sueño que tuve anoche, un sueño que rozaba lo pesadillesco, más o menos lo que recordaba del sueño: en un barrio un edificio arde, en realidad ardía un piso pero luego ardieron los otros pisos y quedó el edificio en llamas. Más o menos como una película que vi (bueno, ciertas escenas de la película, no vi la película, pero era famosa por que salía en la tele muchas veces), la película se trataba de cómo ardía un hotel muy famoso y las gentes desesperadas luchaban por salir del infierno. Podría titularse Hotel en llamas, o algo parecido. Pero el sueño es un edificio de reciente construcción en un barrio marginal. Pasé de largo, en sueño, vi el edificio en llamas, y ¡personas calcinadas! ¡Y carbonizadas! En fin, un horror. Lo indescriptible. Incluso el fuego llegó a ciertos coches que pasaban por ahí, y coches aparcados cerca del edificio. Coches carbonizados. Y uno de los coches, en sueño, los vi con mis propios ojos, ocupantes carbonizados. Había curiosos, que estaban realmente horrorizados, asustados. Intercambiábamos miradas asustadas. Estaba pensando, recordando el sueño, estaba como en otra parte, como en otra onda, cuando de improviso miré el cristal y vi las calles y volví a tener conciencia del presente cuando caí en la cuenta de que el autobús urbano cambió de trayecto, durante muchos años siempre iba en el mismo trayecto, pero ese día cambió radicalmente de trayecto, y fue en dirección contraria a la habitual, iba por calles viejas de la ciudad, por el casco histórico de la ciudad, yo vivo en la periferia de la ciudad y el autobús suelo cogerlo casi en la periferia de la ciudad, el casco histórico de la ciudad casi está cortada al tráfico desde hace muchos años, me levanté y pulsé un botón que dice reservar parada, pero el autobús no paraba, estábamos pocos viajeros y todos nos mirábamos extrañados, uno de los viajeros, cincuentón se acercó al conductor para pedir explicaciones. El conductor está dentro de su cabina (cabina antirrobo) y no dijo nada al hombre cincuentón. Que por favor esperen, dijo al rato, vociferando, a todos los viajeros. Me asustó, tenía el corazón súper acelerado.
Se me vino a la cabeza la idea del conductor suicida, me fijé en el conductor del autobús, no tenía rasgo árabe como dirían, tampoco le vi aspecto de un loco, de alguien que ha perdido la razón, sino alguien muy normal, podría ser un error, el autobús seguía trayecto fuera de lo habitual, se metía por diversas calles, culebreando casi, atravesó el casco viejo de la ciudad y se incorpora por una de las grandes avenidas de la periferia norte de la ciudad, yo resido en la periferia sur de la ciudad, atraviesa toda la gran avenida y al final conecta por un carril para incorporarse a una autopista y una vez en la autopista el conductor aceleró a tope, nunca vi un autobús urbano corriendo tanto, creo que íbamos a 180 kilómetros por hora, me parecía absurdo y luego desaceleró para incorporarse en un carril que conducía a una zona industrial y al final de toda la absurda experiencia el autobús se metió en una gran nave industrial (con muchos autobuses urbanos dentro). Nos bajamos todos del autobús, cabreados, asustados, una señora por poco le paraba el corazón, otra estaba histérica, el viajero cincuentón se puso muy agresivo y por poco agrede al conductor del autobús.
El conductor del autobús dijo: lamento todo lo ocurrido, pero hemos recibido una orden de que volviéramos todos los autobuses urbanos en circulación a ésta nave industrial, con viajeros o no. Ha habido tres autobuses urbanos suicidas, han explotados en zonas estratégicas de la ciudad. Uno ha explotado junto al ayuntamiento de la ciudad, otro ha chocado contra un autobús militar y otro ha explotado junto a un edificio de oficinas... Por favor, sigan instrucciones de los policías. Vimos un montón de policías.